De pronto te hallas en esa parte de la ola que se está yendo...
No tiene sentido seguir resistiendo.
Algo cambia abruptamente por dentro
y simplemente sueltas las rodillas.
Te liberas de toda la tensión acumulada en la vida,
sueltas el grillete de la cotidianidad,
te entregas a los flujos activos del caos,
y el cuerpo extraviado en esa ligereza,
se siente vulnerable;
expuesto sin el peso de ese sobrevaluado atavío que llamamos: fuerza.
El tiempo palpita instantes de dolor al rojo vivo
y el espacio entero se atomiza en la frontera interna de tus nervios...
Eratóstenes Flores. 31/05/2019.