Pensar el espacio o sentir el tiempo; disyuntiva original en la que va de por medio para el hombre algo sumamente decisivo.
Por un lado, ganar espacio significa salir a la luz; que el mundo se haga patente a través de la palabra hecha definición; claridad que será agua; manantial del cual beberá toda pluralidad. Pensar el espacio corresponde al ansia de ser visto, ganar amplitud, ser más alto, elevarse...
Por otro lado, sentir el tiempo es sentirse abismado. El tiempo original es un abismo que no puede ser pensado, más bien se padece. Crono, el insaciable devorador de hombres, es el dios de la noche, del silencio, del canto del chivo que será sacrificado.
La música canta desde las profundidades del infierno para superar la muerte, y más aún, para superar el olvido. La música es ritmo, ese pulso que provino de la monotonía racionalizada: el número.
1, 2 , 3, ... , ¿hasta dónde?
Los números son el único camino ante lo que no se deja medir, ante eso que más que pensarse, se vive.
Eratóstenes Flores. 05/02/2019.