Las flores son esa multiplicidad en la que estallan los colores. Son aquello que crece sobre la tierra a partir del agua; explosiones provocadas por el sol en algunas plantas -aquellas que han alcanzado la iluminación-. Su belleza es un accidente, su utilidad una bendición; pero más allá de eso, como bien lo dijo mi padre, son lo que resta entre el eterno olvido y el día de nuestra muerte.
Las flores son el recurso didáctico que utiliza la vida para indicarnos lo que significa recordar.
Re-cordar: traer a la memoria el cordón de la vida y rebobinarlo nuevamente.
¿Dónde?. En el corazón. Por eso recordar es siempre un re-coeur/dar; es decir, darnos a nosotros mismos la oportunidad de traer a la memoria el cordón de la vida nuevamente, y rebobinarlo en el corazón.
Las flores son el sendero de nuestros muertos, el principio del espíritu...
La insondable melancolía que ondula en tus silencios, es su dulce fruto.
El mundo no es lo que es. El mundo es lo que somos, y somos flores que circundan el vacío luchando contra el olvido.
Eratóstenes Flores Torres. 31/03/2018.