La asintomatía posible ante la enfermedad atraviesa y supera el ámbito de la salud.
La pandemia ha puesto en los aparadores de la realidad, casos de contagio en los que la gripe, la fiebre, la tos y las dificultades para respirar, simplemente no se sienten.
El enfermo no sufre los padecimientos característicos producidos por el virus, no se siente mal, de hecho se siente bien o mejor dicho, se siente normal; pero la enfermedad está ahí, reproduciéndose en la interioridad de sus células, en la normalidad de su no sentir.
Es bien sabido que estos portadores asintomáticos del Covid-19, son vectores de la enfermedad y que basta estar cerca de ellos para infectarse; que hablarles y/o tocarles aumenta la posibilidad de contagio y que de este modo, sin sentirlo, las cifras que alimentan las estadísticas de la epidemia siguen en aumento.
Éste no sentir, sin dejo de ironía, es sintoma de una enfermedad superior que de hecho subsume todo este lío de la pandemia en una unidad que articula esa cúspide de la extensión, significado y sentido que solemos llamar: mundo.
El diagnóstico de la mundo-patía a la que me refiero, está fundado precisamente en el no sentir humano.
Ante la aporofobia (rechazo al pobre), la discriminación (soberbia, clasismo, racismo, machismo, etc.), la ignorancia, el colonialismo, y en general, ante todo lo que a manera de enfermedad va contra la dignidad de la vida: ¿Quienes son los asintomáticos?, ¿Quienes son los que enferman al mundo en su cercanía?
Por un lado, la razón, la voluntad y el gusto de los que no sienten su enfermedad, son incapaces de poner en cuestión la propia existencia. Lo que está de por medio en ellas es siempre el saber, la probidad y el arte de su específica praxis dominada por la acumulación de "riqueza", así como por la construcción y preservación de relaciones de poder, que en gran medida fundan su probada incapacidad para sentirse a ellos mismos, y por supuesto a los demás.
Por otro lado, la normalidad de su no sentir, es esa cotidianidad en la que cada oquedad es sobradamente ocupada. Los productos de la industria, tienen la finalidad de no dejar lugar para el vacío. El imperativo es: ¡Que todo esté lleno a rebosar!, ¡que no haya lugar para el dolor!, ¡que la sensibilidad-sensitividad no tenga cabida!
Es clara la hipersensibilidad que los que sí sufren la enfermedad han tenido que desarrollar para hacer visible su sentir ante sus agresore, y es que: ¿Cómo explicarle al que no siente? Pensemos por ejemplo en los micro machismos y demás miniaturas de la discriminación que son tildadas de exageraciones en la hermenéutica insensible de quienes sin hambre dicen: en gustos se rompen géneros.
La razón que celebra premios nobel y consideró la escultura monumental prehispánica como obra del demonio, o por ridículo que parezca, de los extraterrestres; la voluntad que vejó la libertad de los pueblos originarios y consumó el genocidio maya-azteca-inca; el gusto que hizo arder códices y deconstruyó el templo de Tlaloc y Huitzilopochtli en una catedral, han llegado a su fin. Han mostrado ya las implicaciones de su modo de vivir.
El mestizaje no es el triunfo del multiculturalismo, no es una sobria transculturización que produjo riqueza y variabilidad genética. No es un accidente cuya inocente implicación se puede apreciar en el sincretismo. No, en modo alguno.
El mestizaje es la alfombra roja de la normalidad que no siente. Su rojez angosta y sofisticada, es la ulterior estilización de ríos de sangre derramada sin sentido. Debajo suyo se hallan los restos de un tiempo detenido, de un tiempo como este que en su pausa lucha por superar la tos, la fiebre y la debilidad que le impiden la respiración.
No hay tecnología, arte o voluntad que venga de la legión asintomática para curar la enfermedad que propagan sin sentirlo.
Tan pronto como recuperemos el ollin, el mundo sabrá qué significa sentir con el corazón, justo como se siente en muchos otros lados. Nican axcan no es el aquí y ahora del tlaltipac, sino un momento compartido por un sin fin de mundos no reconocidos que están listos para sanar.
Eratóstenes Flores Torres. 17/06/2020.