Cristales,
ejemplos por excelencia de orden y opulencia.
Sus brillos iluminan la noche y sin embargo,
son pura materia inerte.


Así es la cabeza de muchos,
brillante, ordenada, perfecta,
pero sobre todo muerta.


¡Qué caos tan vivificante adorna el pulso cardíaco
hecho electrocardiograma!.


¡Qué triste es la monótona y ordenada línea recta
que anuncia la muerte!.


Hubo una vez un insensato
que no conforme con comprobar que la tierra era redonda,
la midió. Se llamaba Eratóstenes y se dejó morir de hambre.
¡Qué nubes tan cargadas debieron bendecir
la oscuridad en el espíritu de este necio!.


¿Qué criatura en este planeta anhela orden en su cabeza?.
¿Acaso alguna especie con plumaje resplandeciente?.
¿Quiénes son estos loros multicolores que levantan la voz entre Tzenzontles?.


Eratóstenes Flores. 29/05/2009.