Poesía
Llueve.
Siguiendo el eco de aquella vibración que produjo la luz y la verdad, encontré los campos de Ialu. Feliz, caminando entre sus juncos, reconocí en pleno vuelo al pájaro de mi complaciente y placentera imaginación. En ese instante, una pregunta interrumpió la más profunda de mis inhalaciones: ¿De dónde todo esto?.
Poesía
Por qué no llueve cuando es de día.
La lluvia sólo es fértil cuando viene de la noche, de la enigmática noche; lejos de la luz del día en la que el ímpetu de los dioses resplandece. Llueve en serio cuando la profusa ducha moja de misterio la vigilia, y en sus ecos viaja el aroma refrescante de lo que es desconocido.
Poesía
¡Cuánto diera!
¡Cuánto diera porque me perdiera en tu cálido ánimo! Simplemente estar, verte estar, respirar en la proximidad de tu pulso gravitatorio. Saborear dulce leche de mango.
¡Cuánto diera porque me perdiera en la agudeza de tu ingenio! Disfrutar una vez más de tus altos vuelos, dela chispa que a nadie se le ocurre y rematas con un chiste. Reconocer que los dioses existen y están entre nosotros.
Poesía
Inmortales.
A veces pienso que toda la cultura está construida a partir del temor a la muerte. Los ritos funerarios son nuestra solidaria incapacidad para aceptar que somos finitos. Rozar la inmortalidad es el constructo por excelencia de la colectividad.
Poesía
Festival del fruto
Las flores son esa multiplicidad en la que estallan los colores. Son aquello que crece sobre la tierra a partir del agua; explosiones provocadas por el sol en algunas plantas -aquellas que han alcanzado la iluminación-. Su belleza es un accidente, su utilidad una bendición; pero más allá de eso, como bien lo dijo mi padre, son lo que resta entre el eterno olvido y el día de nuestra muerte.
Las flores son el recurso didáctico que utiliza la vida para indicarnos lo que significa recordar.
Re-cordar: traer a la memoria el cordón de la vida y rebobinarlo nuevamente.
¿Dónde?. En el corazón. Por eso recordar es siempre un re-coeur/dar; es decir, darnos a nosotros mismos la oportunidad de traer a la memoria el cordón de la vida nuevamente, y rebobinarlo en el corazón.
Las flores son el sendero de nuestros muertos, el principio del espíritu...
La insondable melancolía que ondula en tus silencios, es su dulce fruto.
El mundo no es lo que es. El mundo es lo que somos, y somos flores que circundan el vacío luchando contra el olvido.